Me, Myself and I

Mi foto
¿Qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

3 oct 2014

Necesito desahogarme.

Un día la cagué.
La cagué mucho.
No me puedo arrepientir más de aquello.
Y así vivo.
Jodí a  una persona que me importaba y con la que intento no volarme los sesos de estar intentando que se quede a mi lado.
Jodí a mi mejor amiga.
Y con todo, me jodí a mi.
Esto de ponerme en último lugar no es ningún recurso literario, si los hay, para dramatizar. Estoy en el último lugar de la cadena porque merezco estarlo.
Mi mejor amiga, no me soporta.
El susodicho, esa persona que he dicho que me importa, dice que confía en mí. Cuando es evidente que es imposible hacerlo después de aquella mierda de noche.
Quiero expresarme, y lo voy a hacer de forma un tanto egoísta. Pero qué coño, para eso escribo y nadie me lee.
Sí, ha sufrido gente. Entre ellos yo.
Puede que mientras estaba quedando con el chico este, no sabía si me gustaba o no. Puede que yo quedara con él porque en el fondo sentía cierta curiosidad, me parecía un tío genial, y quería conocerle, no voy a negar que me gustase, eso es obvio, sino no hubiera quedado con él más que la primera vez. Pero cuando pasó lo que pasó. (No voy a  escribirlo porque me arrepiento demasiado y me avergüenzo como nadie). Y los meses que pasaron después fueron asquerosamente horribles. Meses de sentirme mierda, mala persona y paro de escribir por no faltar a mi madre. El caso que me sentía así por dos cosas, una porque me dí cuenta que igual sí me gustaba, me gustaba mucho. No paraba de pensar en qué podría estar pensando, y eso me machacaba por dentro. No entendía por qué, con las pocas veces que había quedado con él, me sentía así. La segunda cosa por la que me sentía como basura humana era por el hecho de que me decepcioné a mi misma, mucho. La cosa es que cuando tienes una postura ante una cosa, y de repente te ves metida de lleno en ello, te das cuenta de lo poco que vales. Te sorprendes de cómo pudiste tú (yo) hacer eso, buscas explicación y no la encuentras. Miras por si hay algo que pueda reafirmar que tan puta no eres. Pero no lo encuentras.
Creo que una de las peores cosas ha sido sentir eso. Darme cuenta que nada está sobre seguro, ni siquiera tú mismo. Me sorprendí mucho, para mal. 
Si de por sí nadie está a gusto con cómo se es, desde luego después de eso aluciné conmigo. Esa sensación de desconocimiento de mi yo, de qué coño he hecho, de cómo coño he dejado que pase, de cómo coño miro ahora a la gente, cómo coño me miro a mí, cómo coño me arreglo.
Hoy me han preguntado que si era feliz con cómo era, y no me ha dado tiempo a procesar la pregunta cuando ya respondía que no. Y la persona que me lo preguntaba ha abierto los ojos, y con una risa nerviosa me ha dicho que entonces no me puede ayudar, o algo así.
¡QUÉ COÑO!
¡NO! Eres mi mejor amiga, sé que no importo en esta situación, pero no me hables así.
Últimamente, estoy volviendo ha quedar con él, y no parece que las cosas vayan mal del todo. Pero me muero de miedo. Y si me conoce mejor y descubre que no valgo a pena. Que también, menuda cacho de pena. Y si decide irse, buscarse a otra que no le haga sentir lo que yo le he hecho sentir. Alguien mejor.
Sé que no estoy en posición de pedir nada, que se me escuche o que se me tenga en cuenta, o yo que sé. Pero soy persona, no voy a decir el rollo ese de que las personas se equivocan, porque hay muchas que no, o sea, que no es excusa, pero sí voy a decir que tengo sentimientos. Puede que no se deban tomar en cuenta, pero que no me traten como si yo no lo he pasado mal.
Quiero explotar, llorar, pegar y correr. 
Pero que al final él me acueste.

http://ladyfreckled.tumblr.com/post/98991060642/necesito-desahogarme

No puedo más.

Ahora tengo que demostrar a dos personas que valgo la pena, pero no sé si valgo la pena.
No me gusta como soy, odio gran parte de mí, mi mejor amiga dice que hay cosas de mi que han cambiado, que no es lo mismo y me encuentra defectuosa. Pero no quiere decirme qué es. No puedo avanzar pensado que cada paso que doy puede ser algo que lo arruine todo un poco más.
Dice que igual es cosa suya, y estoy aguantando toda su mierda, que no me importa aguantar porque la quiero, pero a veces pienso que igual lo está pagando todo conmigo, como castigo. Yo jodí a un gran amigo suyo y el karma se manifiesta en tu mejor amiga no te quiere.
Se que soy una zorra hija de puta, pero todos nos arrepentimos de algo y tenemos sentimientos. No pido que se me respete, ni mucho menos después de todo, pido que no se juegue conmigo. Que no me diga que me quiere, que soy su mejor amiga, que la importo, que soy un apoyo. Cuando a las personas se les dice eso, se corre el riesgo de que se lo crean. Ahora me dice que no sabe, que no estamos bien, parecemos una pareja.
Estoy harta de esta situación.
La gente no sabe que hacer conmigo.
No soy una puta planta, no tienes que decidir en que lugar de tu casa ponerme. Se supone que me debería pasear por tu casa, no quedar arrinconada.
No soy un objeto.
Y si lo fuera, pido ser una de estas cosas de mierda que la gente paga una millonada y los aprecia, y los cuida, y se cabrea si la gente los usa sin cuidado.
Quiero ser el libro favorito de alguien.

https://d3rt1990lpmkn.cloudfront.net/640/0d2a66bbf434a1da7168dbc9376358ff55083560
http://ladyfreckled.tumblr.com/post/98987877512/no-puedo-mas

15 jul 2014

Me corté el dedo corazón, tenía que comprobar que claro, era un sueño.

15/07/2014.
Día de mierda.


En algún momento noté la hierba fría y deseé que Roma ardiese. Y que todos los caminos llevasen a casa.
Agosto, tú a la tuya. No te vayas por donde has venido, que espero el año nuevo de Septiembre y no otro Julio prepotente.
Tranquilos, lo malo ya ha pasado.
Y lo peor está por venir.
Nadie escribirá de ti cuando yo haya muerto. Puedes quedarte las flores, no soy de plástico.

Soy esa máquina de escribir que ya nadie usa por el miedo a equivocarse, porque la tinta no se puede borrar. Y guardan en un armario junto a todo lo bello, que no sabrán domesticar nunca.
Soy un recuerdo.

Los billetes de tren, las entradas de los conciertos, los recibos de hoteles y las fotos: eso no son recuerdos, eso son sólo dardos sin diana. El recuerdo es el agujero, lo demás son sólo balas. Y bastantes disparos tiene una en la cabeza, como para encima ir tropezando con el arma.

Soy un seguro de muerte, al menos estoy segura de algo: yo no quiero a alguien seguro de lo que quiere. Yo quiero a alguien seguro de que me quiere.
Y ya está. Que nunca deje de dudar, pero que me tenga claro. Que me tenga, claro. Y que me ame oscura.
Eso y que la luz al final del túnel sea alguien liándose un porro, que después de fumarlo no haya nada. Ya tuvimos suficiente.

Pasa por mi cabeza esta noche. Pon tú el vino, a la reflexión invito yo.  No hace falta que me des las gracias, no tienes ninguna.
Fíjate, nadie está despierto cuando nadie duerme.  Esto es algo que sé desde mal pequeña. Lo aprendí llevando los libros al colegio, en las bolsas de los ojos.

En el fondo no ha cambiado nada.  En el fondo pocas veces cambia algo. Y esto es algo que sé, porque lo he tocado. Varias veces.
Ojalá me concediesen el permiso para entrar en los sueños de otros. Así tendría algo que ver en todo esto, mientras no te concilio.

Qué turista de mí misma me siento desde que me habitas. A qué precio me estoy cobrando cada noche en este país llamado conmigo. Voy a tener que mudarme, a una  cabeza que no me recuerde que olvidas. Voy a tener que mudarme a una cabeza que no me recuerde.  Que no me recuerde a nada.

Vosotros
no tenéis ni idea de las horas que pienso por segundo.

Yo
no tengo ni idea de en qué minuto pensasteis que las horas pasarían volando.

Como si se pudiese ver al tiempo batir las alas. Entended que no me alegre por vosotros, sabéis hacerlo solos.

Todo esto os lo digo porque en algún momento noté la hierba fría, y deseé que Roma ardiese. Y que todos los caminos llevasen a casa.

Y cuando llegué
sólo encontré más caminos
una carta de renuncia de la casa
y una escopeta cargada
de indiferencia.

Ojalá nadie vuelva a subirme al cielo si luego piensa soltarme.

Es de muy mala educación hablar de vértigo si no has estado a mi altura.

Irene X.

14 jul 2014

Escúpeme en la pena.

ZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRAZORRA